Los Ciclistas urbanos y su participación en el tráfico de Bogotá


Ciclistas urbanos en Bogota día sin carro
El colega -de blogs- Ricardo Galán escribió en su blog un artículo llamado “Diatriba contra los ciclistas Bogotanos“. Si le da pereza leerlo se lo resumo: no es que esté en contra de los ciclistas sino en contra de su tendencia de comportamiento. Y le doy la razón. Dejé un comentario que me dio pesar dejar ahí tirado porque me sentí escribiendo todo un post, como cuando escribía con juicio en el blog. Y me lo traje para acá. 


Como recordarán, soy ciclista urbano desde 1993 y llevo 74.000km recorridos en Bogotá, tiempo en el que he sido testigo del nacimiento de las ciclorrutas, su evolución, y de pasar a ser al que conocían como “el del casco blanco” en la(s) Universidad a uno más de los cientos de miles de personas que usan la bicicleta como medio habitual (por no decir único) de transporte. 

Es verdad muchas de las cosas que dice y no voy a negar que yo soy el que en ocasiones comete algunas de esas “barbaridades”. A veces me subo al andén, hago pequeñas contravías o me paso en rojo… dentro de los límites de lo razonable. Es decir, si veo que no vienen carros, cruzo la calle (exactamente como lo haría un peatón). En el andén respeto la prelación del peatón y voy muy despacio, reconociendo que soy un intruso en su espacio y sin echarle la bicicleta encima a nadie.  En la medida en que creció la población de ciclistas nos estamos volviendo un problema de seguir esa tendencia de hacer lo que se nos da la gana. Nos estamos volviendo un problema más en donde deberíamos ser parte de la solución. 



Pero es que no es cosa de ciclistas. Aquí todo el mundo hace lo que le da la gana. Aquí no hay autoridad, no hay quien imponga sanción (ni siquiera moral) cuando alguien comete una falta. Ya sea a la ley de tránsito, o la ley penal, solo tenemos al procurador para cuando es a la ley de Dios. Igual, tampoco le sirve de mucho. 

Ayer -día sin carro- a las 3PM veía con impotencia como en la 15 con 98 6 carros pasaron en frente mío mientras me comía un pandebono, escampando. Al otro lado de la 15 había una patrullera -de tránsito- y aprovechando el trancón crucé y le dije: “mire, acabo de ver 6 carros con placa amarilla, están detenidos en el trancón”. Su respuesta fue desconcertante:
“Es que debe ser que tienen permiso especial”. 

Le pregunté “¿Deben?¿Y si no tienen permiso? 
– “pues estarían cometiendo una infracción”
“¿y entonces, qué hacemos?”… le pregunto mientras un carro (un bmw, viejito) de los que le señalaba pasaba con descaro a nuestro lado. 
– “sí, tiene razón, voy a reportar la situación”
ahí me dió aún más piedra y le dije que por eso es que el tráfico está como está: porque ellos, los que deberían hacer respetar la ley no imponen su autoridad y no hacen su trabajo. Se puso a la defensiva, se quedó callada y ya. Básicamente, se hizo la loca. Al final me admitió que sí, que lo que falta es que ellos impongan autoridad y que hagan cumplir las leyes. Igual no se movió, siguió esperando ahí. Más tarde la vi en un semáforo dando paso a carros, labor en la que seguramente se siente más cómoda.

En el regreso a casa conté unos 8 carros con placas amarillas y dos motos andando como si nada por la calle. La gente no le tiene miedo al castigo porque sabe que la probabilidad de ser castigado es casi nula. No tiene el más mínimo respeto por los demás y solo se preocupa por su propio bienestar, siendo conherente con el comportamiento por fuera del tráfico del colombiano promedio.

A los policías claramente les da física pereza hacer su trabajo, tal vez sea también por impotencia. 
Todos los días veo carros pasándose semáforos en rojo, haciendo cruces prohibidos, conductores hablando por celular mientras manejan, parqueando en lugares prohibidos o usando las luces de emergencia como si estas autorizaran a parquear donde les da la gana. Todos los días veo gente violando el pico y placa con total descaro, porque saben que es muy poco probable que reciban su castigo. Le tenía fe al anuncio de esta semana de 600 nuevos agentes para controlar el tráfico, pero luego de la experiencia de ayer -justamente con una de ellas- veo que el cambio no está ni un poquito cerca.

Si esto pasa con los carros, los ciclistas no somos ajenos a eso, ya que -como dice Galán- tenemos cierta inmunidad e invisibilidad en la ley. Las penas son muy blandas y de muy difícil aplicación. A mí en estos 22 años no me ha parado el primer policía por alguna infracción que haya cometido. Y he cometido muchas. Estoy de acuerdo en que deberíamos tener placa, registro de la bicicleta y por qué no, hasta pagar impuestos. 

En resumen, Galán tiene razón. Algunos ciclistas en ocasiones no nos portamos bien en el tráfico. Al igual que muchos conductores de carro particular, peatones, conductores de bus, de taxi, de moto… el problema no somos los ciclistas, el problema somos todos. Aquí nadie se comporta bien porque no hay una autoridad que haga respetar las leyes de forma continuada y coherente. No hay campañas, no hay sanciones, no hay nada. La movilidad en nuestras ciudades es un caos y es culpa de todos los actores de la movilidad. No solo de las bicicletas. Solo somos un eslabón en esa cadena de malos ciudadanos. 

PD
El uso de la bicicleta no es con fines ambientales, no es por salvar al planeta. Es por eficiencia, por llegar en la mitad del tiempo del punto A al B con respecto a otros medios. Me molesta que asocien a los ciclistas con ambientalistas, cuando el beneficio ambiental es un mero accidente producto de movilizarse de forma eficiente. 

PD2
A pocos nos gustan las generalizaciones. No somos todos los ciclistas ni mucho menos todo el tiempo. 

2 thoughts on “Los Ciclistas urbanos y su participación en el tráfico de Bogotá”

  1. Efectivamente, el caos reina. Yo siento un poquito de (tímida) esperanza cuando oigo de medidas como la de los comparendos para los carros que queden parados en intersecciones. Un noticiero le preguntaba a los conductores qué opinaban al respecto, y aunque varios manifestaban estar de acuerdo, eran más los que decían que el problema era de sincronización de los semáforos, cuando todos sabemos que lo único que hay que hacer es fijarse si hay espacio para cruzar o no, independientemente del color encendido en el semáforo. Yo creo que los castigos no funcionan. La mayoría piensa solo en sí misma y el problema de raíz es el mismo: falta de conciencia de los demás. Vivimos en una ciudad, hay que compartir, pero el sálvese quien pueda es un mal difícil de solucionar. He dicho.

    =-=-=-Patton responde (09/02/2016 @ 15:40)-=-=-=-=
    Yo sí creo en las multas, pero si son aplicadas de forma coherente, organizada, seria. Inflexibles.
    Ud hizo esta falta, su multa es tanto, punto. Así a todos, por igual.
    A la tercera multa que te pongan, sin opción a soborno, llorada o udnosabequiensoyyo… ya la piensas y no lo vuelves a hacer. Cuando a la gente le tocan el bolsillo el cerebro se le activa.

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